Ágora de Atenas
El ágora de Atenas, construida en el siglo III a.C., está situada al noroeste de la Acrópolis. Su planta estaba compuesta por una plaza porticada rodeada de edificios públicos y comerciales.
PROPÓSITOS
- Conocer las ideas de los Sofistas en relación con el valor del conocimiento humano, la moral y la sociedad en general
- Comprender las principales tesis filosóficas de Sócrates destacando aspectos como:
- contexto sociohistórico
- características del método socrático
- el problema del conocimiento
- la moral socrática
INTRODUCCIÓN
Hacia finales del siglo V a.C., un grupo de maestros itinerantes llamados sofistas alcanzó un gran renombre en toda Grecia. Los sofistas tuvieron un papel importante en la evolución de las ciudades-estado griegas desde unas monarquías agrarias hasta su consolidación como democracias comerciales. Conforme crecieron la industria y el comercio helénicos, una nueva clase de ricos comerciantes, poderosos en el ámbito económico, empezó a controlar el poder político. Careciendo de la educación de los aristócratas, quisieron prepararse para la política y el comercio pagando a los sofistas a cambio de enseñanzas en el arte de hablar en público, el razonamiento legal y la cultura general. A pesar de que lo mejor de los sofistas contribuyó enormemente al pensamiento griego, el grupo en su conjunto adquirió una reputación de falaz, hipócrita y demagogo. De ahí que la palabra sofisma represente esas deficiencias morales. La famosa máxima de Protágoras, uno de los sofistas más importantes, “el hombre es la medida de todas las cosas”, es representativa de la actitud filosófica de esta escuela. Sus componentes mantenían que los individuos tienen el derecho de juzgar por sí mismos todos los asuntos; negaban la existencia de un conocimiento objetivo en el que se supone que todo el mundo debe creer, mantuvieron que la ciencia natural y la teología tienen poco o ningún valor porque carecen de relevancia en la vida diaria, y declararon que las reglas éticas sólo tenían que asumirse cuando conviene al propio interés.
Sofistas (del griego sophi, 'experto', 'maestro artífice', 'hombre de sabiduría'), en su origen, nombre aplicado por los antiguos griegos a los hombres eruditos, tales como los Siete Sabios de Grecia; en el siglo V a.C., nombre que se daba a los maestros itinerantes que proporcionaban instrucción en diversas ramas del conocimiento a cambio de unos honorarios convenidos con antelación.
Personas que compartían puntos de vista filosóficos mucho más amplios que los de una escuela, los sofistas popularizaron las ideas de varios filósofos anteriores; pero, basándose en su interpretación de ese pensamiento filosófico anterior, casi todos ellos concluyeron afirmando que la verdad y la moral eran en esencia materias opinables. Así, en sus propias enseñanzas tendían a enfatizar formas de expresión persuasivas, como el arte de la retórica, que facilitaba a los discípulos técnicas útiles para alcanzar el éxito en la vida, en especial en la vida pública.
Los sofistas gozaron de popularidad durante un tiempo, sobre todo en Atenas; sin embargo, su escepticismo de la verdad absoluta y la moral suscitó a la postre fuertes críticas. Sócrates, Platón y Aristóteles pusieron en tela de juicio los fundamentos filosóficos de las enseñanzas de los sofistas. Platón y Aristóteles les censuraron por aceptar dinero. Más tarde, fueron acusados por el Estado de carecer de moral. Como consecuencia, la palabra sofista adquirió un significado despectivo, al igual que el moderno término sofisma, que puede ser definido como astuto y engañoso o como argumentación o razonamiento falsos. No obstante, diversas corrientes filosóficas han reivindicado el sofismo como un espíritu crítico, desde mediados del siglo XX. Autores tan dispares como el apátrida de origen rumano, Emil Michel Cioran, el español Fernando Savater y diversos teóricos del postmodernismo han elaborado el gran elogio doctrinal del sofismo.
En último extremo, los sofistas fueron de importancia menor en el desarrollo histórico del pensamiento filosófico occidental. Fueron, sin embargo, los primeros en sistematizar la educación. Entre los principales sofistas del siglo IV a.C. destacan Protágoras, Gorgias, Hipias de Élide y Prodicus de Ceos.
Tal vez la mayor personalidad filosófica en la historia haya sido Sócrates. Nacido alrededor del año 470 a .C., practicó un diálogo continuo con sus alumnos hasta que fue sentenciado a muerte, condena que cumplió bebiendo cicuta en el 399 a .C. A diferencia de los sofistas, Sócrates se negó a aceptar dinero por sus enseñanzas, afirmando que no tenía ninguna certidumbre que ofrecer excepto la conciencia de la necesidad de más conocimiento. Sócrates no dejó ningún escrito, pero sus enseñanzas fueron preservadas para las generaciones posteriores en los diálogos de uno de sus más famosos discípulos, Platón, y también aparecen en los escritos de Jenofonte. Sócrates enseñó que cada persona tiene pleno conocimiento de la verdad última dentro de su alma y que sólo necesita llevarlo a la reflexión consciente para darse cuenta. Por ejemplo, en Menón (un diálogo platónico) Sócrates plantea a través de una ficción la forma en que un esclavo ignorante puede llegar a la formulación del teorema de Pitágoras, demostrando así que el conocimiento está innato en el alma, en vez de ser implícito o indisociable de la experiencia. Sócrates creía que el deber del filósofo era provocar que la gente pensara por sí misma, en vez de enseñarle algo que no supiera. Por eso se decía partero o alumbrador de ideas. Su contribución a la historia de la filosofía no fue una doctrina sistemática, sino un método de reflexión, la mayéutica, y un tipo de existencia. Hizo hincapié en la necesidad de un examen analítico de las creencias de cada uno, de definiciones claras de los conceptos básicos, y de un planteamiento racional y crítico de los problemas éticos.
Sócrates (470-. 399 a.C.)
Filósofo griego, considerado el fundador de la filosofía moral o axiología, que ha tenido gran peso en la posterior historia de la filosofía occidental por su influencia sobre Platón.
Nacido en Atenas, hijo de Sofronisco, un escultor, y de Fenareta, una comadrona, recibió una educación tradicional en literatura, música y gimnasia. Más tarde se familiarizó con la retórica y la dialéctica de los sofistas, las especulaciones de los filósofos jónicos y la cultura general de la Atenas de Pericles. En un principio continuó el trabajo de su padre, e incluso realizó un conjunto escultórico de las tres Gracias que permaneció en la entrada de la Acrópolis ateniense hasta el siglo II a.C. Durante la guerra del Peloponeso contra Esparta, sirvió como soldado de infantería con gran valor en las batallas de Potidea (432-430 a .C.), Delio (424 a .C.) y Anfípolis (422 a .C.).
Creía en la superioridad de la discusión sobre la escritura y, en virtud de esta convicción, pasó la mayor parte de su vida en los mercados y plazas públicas de Atenas, iniciando diálogos y discusiones con todo aquel que quisiera escucharle, y a quienes solía responder mediante preguntas. Creó así un método denominado mayéutica (o arte de “alumbrar” los espíritus) por el que lograba que sus interlocutores descubrieran la verdad a partir de ellos mismos. Según los testimonios de su época, era poco agraciado y de escasa estatura, lo que no le impedía actuar con gran audacia y dominio de sí mismo. Apreciaba mucho la vida y alcanzó una gran popularidad en la sociedad ateniense por su viva inteligencia y un sentido del humor agudo pero desprovisto de sátira o cinismo. Casado con Jantipa, una mujer de reconocido mal genio, tuvo tres hijos.
Actitud hacia la política
Sócrates fue obediente con respecto a las leyes de Atenas, pero en general evitaba la política, refrenado por lo que él llamaba una advertencia divina. Creía que había recibido una llamada para ejercer la filosofía y que podría servir mejor a su país dedicándose a la enseñanza y persuadiendo a los atenienses para que hicieran examen de conciencia y se ocuparan de su alma. No escribió ningún libro ni tampoco fundó una escuela regular de filosofía. Todo lo que se sabe con certeza sobre su personalidad y su forma de pensar se extrae de los trabajos de dos de sus discípulos más notables: Platón, que atribuyó sus propias ideas a su maestro, y el historiador Jenofonte, quien quizá no consiguió comprender muchas de las doctrinas socráticas. Platón describió a Sócrates escondiéndose detrás de una irónica profesión de ignorancia, conocida como ironía socrática, y como poseedor de una agudeza mental y un ingenio que le permitían entrar en las discusiones con gran facilidad.
Enseñanzas:
La contribución de Sócrates a la filosofía ha sido de un marcado tono ético. La base de sus enseñanzas fue la creencia en una comprensión objetiva de los conceptos de justicia, amor y virtud y el conocimiento de uno mismo. Creía que todo vicio es el resultado de la ignorancia y que ninguna persona desea el mal; a su vez, la virtud es conocimiento y aquellos que conocen el bien, actuarán de manera justa. Su lógica hizo hincapié en la discusión racional y en la búsqueda de definiciones generales, como queda reflejado en los escritos de su joven discípulo, Platón, y en los del alumno de éste, Aristóteles. A través de las obras de ambos, las teorías socráticas incidieron de forma determinante en el curso del pensamiento especulativo occidental posterior.
Otro pensador y amigo de Sócrates fue Antístenes, el fundador de la escuela cínica de filosofía. También fue maestro de Aristipo, que fundó la filosofía cirenaica de la experiencia y el placer, de la que surgió la filosofía más elevada de Epicuro. Tanto para los estoicos como el filósofo griego Epicteto, como para el filósofo romano Séneca el Viejo y el emperador romano Marco Aurelio, Sócrates representó la personificación y la guía para alcanzar una vida superior.
Método Socrático
El método de Sócrates puede definirse de dos modos distintos aunque complementarios: como un proceso dialogal y como un proceso lógico, racional interno.
La segunda acepción del término corresponde a una idea que es central en la filosofía de Sócrates: el hombre debe conocerse a sí mismo. Los dos modos distintos del método corresponden a las dos acepciones que en otro lugar presentábamos del logos: palabra y razón.
En cuanto a la primera definición podríamos decir de un modo general: el método es un proceso dialogal porque apunta siempre al cuestionamiento de una tesis que, en una primera instancia, se presenta como verdadera, para posteriormente ser negada (antítesis). El método en su comienzo acepta como verdaderas las concepciones vulgares e ingenuas reconocidas por la generalidad de los ciudadanos. Y es a partir de aquí donde inicia el interrogatorio o cuestionamiento sobre la verdad o falsedad de las tesis formuladas.
Así, poniendo en duda las tesis de sus interlocutores, Sócrates pretende llegar a un conocimiento claro, necesario y universal: "El motivo del diálogo socrático es la voluntad de llegar con otros hombres a una inteligencia que todos deben acatar acerca de un tema que encierra para todos ellos un interés infinito: el de los valores supremos de la vida. Para llegar a este resultado, Sócrates parte siempre de aquello que el interlocutor o los hombres reconocen de un modo general. Este reconocimiento sirve de 'base' o de hipótesis, después de lo cual se desarrollan las consecuencias, contrastándolas a la luz de otros hechos de la conciencia considerados como hechos establecidos. Un factor esencial de este progreso mental dialéctico es el descubrimiento de las contradicciones en las que incurrimos al sentar determinadas tesis.
Un ejemplo que podemos traer a colación, que ilustra el método mayéutico es el diálogo de Platón, titulado Menón o de la virtud. En él Sócrates interroga una y otra vez sobre la virtud a su interlocutor principal llamado Menón, quien propone dos definiciones de virtud: la primera consistirá en la capacidad de mandar, y la segunda, en aspirar a las cosas bellas y desear alcanzarlas. Sócrates presenta una serie de objeciones, que aquí no podemos seguir paso a paso. Bástenos sólo con señalar que Sócrates pregunta sobre la virtud en general y no una virtud reducida a la esfera de lo individual. Sócrates busca determinar los distintos puntos de vista particulares que se tienen acerca de la virtud, un punto de vista cuya característica principal consista en ser universal. El concepto, por lo tanto, será el que sustente lo universal; primero, por ser lo más objetivo y, segundo, por ser producto del pensamiento. Los diálogos de Platón "discurren en su totalidad bajo la forma del intento repetido de captar el concepto general que sirve de base a la palabra que se usa para expresar un valor moral, tal como valentía o justicia. La forma de la pregunta ¿qué es la valentía? parece indicar que la finalidad perseguida por ella es la definición de este concepto. Aristóteles dice expresamente que la definición de los conceptos es una conquista de Sócrates, y lo mismo sostiene Jenofonte.
Ahora bien, en cuanto al método como proceso lógico interno del pensamiento, habría que señalar que es un proceso dialéctico ascendente, es decir, parte de lo más abstracto a lo más concreto del pensamiento. Anaxágoras —como en otro lugar también señalábamos—, deja de herencia a la filosofía el nous; y es Sócrates quien le presenta como proceso lógico y además circular, ya que se determina a sí mismo y dentro de sí mismo. En otras palabras, la razón no sale del pensamiento para indagar la verdad, puesto que el pensamiento o razón en general la extrae de sí misma. Así, el principio universal de lo bueno brota del interior mismo del pensamiento como determinación puramente formal. Sócrates con justa razón sostiene que el conocerse a sí mismo es fundamental para el encuentro con la verdad.
Cabe señalar que la ecuación o fórmula presentada por Sócrates en la mayoría de las ocasiones se expone de un modo erróneo. El lado erróneo consiste en sostener que el individuo que se conoce a sí mismo es simple y sencillamente un individuo que valora su conducta y sus fines con criterios individuales y particulares. En fin, que hpo-lis griega y la vida misma en general deberían ajustarse, según este criterio, al capricho de la voluntad individual y no a la voluntad de la.polis en general.
El sentido correcto se recuperará si enfocamos el problema desde otro ángulo. Cuando un individuo se conoce a sí mismo, quiere decir conciencia individual que ha superado el círculo estrecho de sus intereses particulares; será entonces, cuando enjuicie su conducta conforme a principios y normas que conoce y reconoce como válidas universalmente. La identidad perfecta entre individuo y polis griega se dará, siempre que el individuo de un modo voluntario y libre reconozca que sus intereses y fines son también los intereses y fines de la polis en general.
Como no es posible analizar tantas ideas que pueden traerse a colación, nos conformaremos con formular en términos generales el proceso lógico y reflexivo que hace al individuo adquirir una conciencia moral, y a la vez política. Moral y política se encuentran en la filosofía de Sócrates estrechamente vinculadas.
La conciencia del bien moral, por lo tanto, ha de brotar del interior mismo de la conciencia, puesto que ésta es un proceso reflexivo interior que juzga, cuestiona y valora ya sea para la aceptación o repulsa de una ley. "El concepto del: dominio sobre nosotros mismos se ha convertido, gracias a Sócrates, en una idea central de nuestra cultura ética. Esta idea concibe la conducta moral como algo que brota del interior del individuo mismo, y no como el simple hecho de someterse exteriormente a la ley, como lo exigía el concepto tradicional de la justicia.
El proceso reflexivo y consciente ha de conducir necesariamente al reconocimiento de las leyes jurídicas de un pueblo que es, en este caso, la polis griega. En este proceso se disuelve la adhesión formal y externa en otra radicalmente distinta que es interna, voluntaria y libre. Pues bien, si un ideal o fin político comenzó por ser abstracto y externo, terminará en el proceso racional reflexivo por ser lo más objetivo e interno del pensamiento. En concreto, el bien moral en general se presenta en la filosofía de Sócrates como el fin (te/os) al que apuntan y encajan todas las aspiraciones humanas. En este sentido, el proceso de interiorización "aparece como un movimiento encauzado hacia un fin o hacia una altura conscientemente queridos, como el apuntar hacia un objeto. Se convierte en una unidad interna, adquiere forma y tensión. El hombre vive constantemente en guardia, con la vista en el blanco, como suele decir Platón. Es éste quien desarrolla conceptual y plásticamente en su imagen socrática todos estos efectos de la concepción socrática de la vida, y no resulta fácil trazar aquí la línea divisoria entre Sócrates y Platón."
Cabe señalar, todavía según la imagen anteriormente diseñada, que el fin (el telas) al que aspira el hombre no es en modo alguno, el ideal particular de un sujeto individual, sino muy por el contrario es el ideal de la polis —ideal político— que enraiza en el interior de un sujeto que, por cierto al interiorizarse en él la imagen de la polis deviene finalmente la conciencia; pero no la conciencia particular, sino la conciencia en general de la polis. De este proceso interior, también obtenemos el concepto de conciencia libre, pues la conciencia no se somete de modo externo y pasivo a la tradición y costumbres de un pueblo ni a las normas jurídicas estatales de éste, sin antes someterlas a la crítica de la conciencia. Las normas o leyes en este sentido se aceptan o rechazan no por mandato externo sino interno, voluntario y libre de la conciencia.
En su imagen aunque fuera global, es importante señalar también que Sócrates ha preparado el camino por el que la filosofía especulativa de Platón caminara. Platón hereda de Sócrates la idea del bien en general, base de todas las virtudes en particular. Con certera apreciación Hegel en sus Lecciones sobre la historia de la filosofía, al igual que Jaeger en Paideia, sostienen que lo bueno en general no sólo es producto interno de la conciencia, sino que ésta es además expresión y conciencia universal de un pueblo o como la hemos llamado: el espíritu. En fin, mientras que para nosotros esta conciencia es'' conciencia libre de un pueblo" y al mismo tiempo, conciencia del bien moral en general, "Sócrates se dio cuenta de que la realidad de la moralidad se había hecho vacilante en el espíritu del pueblo. Y si este pensador raya a tan grande altura e"s, precisamente, por haber sabido expresar lo que flotaba en su época. Llevado de esta conciencia, convirtió la moralidad en conocimiento; pero esta hazaña consistió , cabalmente en llevar a la conciencia del hombre el hecho de que es la fuerza del concepto. La que levanta el ser determinado y la vigencia inmediata de las leyes morales la santidad de su ser en sí.
El juicio
Aunque fue un patriota y un hombre de profundas convicciones religiosas, Sócrates sufrió sin embargo la desconfianza de muchos de sus contemporáneos, a los que les disgustaba su actitud hacia el Estado ateniense y la religión establecida. En el 399 a .C. fue acusado de despreciar a los dioses del Estado y de introducir nuevas deidades, una referencia al daemonion, o voz interior mística a la que Sócrates aludía a menudo. También fue acusado de corromper la moral de la juventud, alejándola de los principios de la democracia y se le confundió con los sofistas, tal vez a consecuencia de la caricatura que de él realizó el poeta Aristófanes en la comedia Las nubes, representándole como el dueño de una “tienda de ideas” en la que se enseñaba a los jóvenes a hacer que la peor razón apareciera como la razón mejor.
En su Apología de Sócrates, Platón recogió lo esencial de la defensa que Sócrates hizo de sí mismo en su propio juicio, y que se basó en una valiente reivindicación de toda su vida. Fue condenado a muerte, aunque la sentencia sólo logró una escasa mayoría. Cuando, de acuerdo con la práctica legal de Atenas, Sócrates hizo una réplica irónica a la sentencia de muerte que le había sido impuesta (proponiendo pagar tan sólo una pequeña multa dado el escaso valor que tenía para el Estado un hombre dotado de una misión filosófica), enfadó tanto a los miembros del tribunal que éste decidió repetir la votación, en la que la pena de muerte obtuvo esa vez una abultada mayoría.
Sus amigos planearon un plan de fuga, pero Sócrates prefirió acatar la ley y murió por ello. Pasó sus últimos días de vida con sus amigos y seguidores, como queda recogido en la obra Fedón de Platón, y durante la noche cumplió su sentencia, bebiendo una copa de cicuta según el procedimiento habitual de ejecución.
Sócrates y su momento histórico
Cabe señalar como dato histórico la gran victoria de los griegos sobre los persas (Guerras Médicas) aproximadamente en el año 478 a . ce C. Este triunfo hace de los atenienses centro espiritual y cultural de toda Grecia. El proceso ascensional de espíritu que vive en el siglo V se debe fundamentalmente al fermento democrático e intelectual de la polis. En este siglo que se conoce como siglo de Pericles encontramos la tierra abandonada y propicia para la filosofía. Los historiadores señalan como hecho importante la hegemonía, económica y política de Atenas con sus aliados ( Liga – Delio . Ática), lo que le llevó a constituirse en fuente alimentadora de cultura.
La filosofía de Sócrates no se llega a comprender si no la relacionamos con su momento histórico – político. Así pues, “la juventud de Sócrates coincidió con el período de rápido auge después de la gran victoria sobre los persas, que condujo en el exterior a la instauración del imperio de Pericles y en el interior a estructuración de la más completa democracia. Las palabras pronunciadas por Pericles en la oración fúnebre entre los caídos en la guerra, según las cuales en el estado ateniense ningún mérito auténtico, ningún talento personal tenía cerrado el camino a la actuación pública, encuentra en Sócrates su confirmación.
Apegándose a la realidad histórica habría que señalar, que a Sócrates le toca vivir en un período histórico de transición. Es en su vejez cuando toca la puerta el derrumbamiento del pueblo ateniense. La polis, en su desgarramiento interior, no sólo económico sino también político y espiritual, trae consigo el imperio de las pasiones e intereses particulares. La eticidad bella y libre se convierte en un ideal poco apreciable. La conciencia y voluntad de un pueblo deja el lugar al individuo egoísta que busca el goce y la felicidad en el círculo reducido de su individualidad.
Será en este momento de crisis cuando Sócrates, más consecuente que nunca, proponga como alternativa al derrumbamiento del espíritu griego el logos o conciencia de si mismo. Ello significa anteponer el cumplimiento de los deberes más apremiantes de la comunidad a los intereses particulares. En otras palabras, poner a tono los intereses personales con los intereses de la polis en beneficio de la misma.
Para tener en cuenta:
Guerras Médicas
Entre los años 490 y 478 a .C., Grecia y Persia se enfrentaron en dos guerras en el curso de las cuales se libraron dos batallas que se han convertido en legendarias gracias a la obra legada por el historiador griego Heródoto. El origen de la primera de ellas, que concluyó con la victoria ateniense en la llanura de Maratón, fue la política expansionista del rey persa Darío I el Grande en Asia Menor, que había provocado la intervención de las ciudades griegas en ayuda de las colonias jónicas, sublevadas desde hacia varios años contra el dominio persa. El otro enfrentamiento, que tuvo un carácter épico, se produjo diez años después en el denominado paso de las Termópilas; en él, las fuerzas coaligadas de las ciudades griegas fueron derrotadas por las tropas del rey persa Jerjes I, quien se encontró, de este modo, el camino expedito hacia Atenas, ciudad que arrasó mediante el fuego. Sin embargo, en las batallas libradas poco después el triunfo fue para los griegos, que se impusieron tanto por mar (batallas de Salamina y Micala) como por tierra (batalla de Platea). La larga contienda concluyó en el 449 a .C. con la firma de la denominada paz de Calias, que alejó definitivamente la amenaza persa y otorgó a Atenas el pleno dominio sobre el Egeo.